Entrevista: Casa y Decoración
Entrevista en Casa & Decoración
Matices del alma
Colores brillantes y singulares formas caracterizan el trabajo de la ceramista Cristina Rabí, quien mediante el ruedo del torno, la arcilla y sus manos, da vida a hermosos objetos decorativos.
Cuando niña le gustaba jugar con barro, hacer figuritas y embetunar sus manos con tierra. A los siete años vio en televisión a un hombre torneando una vasija, fue ahí cuando por primera vez supo que eso era lo que quería hacer cuando grande.
Hoy, más de 30 años después, Cristina Rabi dedica su vida a la cerámica. Aunque su salto no fue inmediato, ya que primero estudió pedagogía en la Universidad de Chile y trabajó en jardines infantiles. Sin embargo, la pasión fue mucho más fuerte y, decidida, ingresó entonces al Taller 619, donde entre otras personas impartían clases de artistas de la talla de Bororo y Sammy Benmay.
Junto a su profesora y amiga María Alma de la Fuente fue desarrollando y perfeccionando ….. técnica, pero el gran paso lo dio al entrar al taller que ella tenía en la Academia de Artes Plásticas de Juan Francisco González, donde comenzó su gran viaje de descubrimiento. “Ahí yo me volví loca, dejé el trabajo, todo, y me dediqué exclusivamente a la cerámica”, comenta Cristina, cuyo proceso creativo comienza con el boceto de la pieza en papel, donde plasma más disímiles formas o se apega a la realidad cuando es necesario. El moldeado de la en el torno va dando vida a la figura, para después hornear y finalmente pintar.
“Me encanta trabajar en esto, me relaja, es absolutamente terapéutico, yo me he conocido a través de la cerámica”, reconoce, agregando que en el desarrollo de sus creaciones se va conectando con su propia esencia y con el lado más espiritual de su persona.
Actualmente, con su propio taller en Vitacura, donde imparte clases tres veces a la semana y vende sus piezas, además de elaborar trabajos a pedido como los realizados para el arquitecto Enrique Correa, la decoradora Carmen Rojas y la pintora María Luisa Vidaurre, Cristina se siente plena. Y eso se le nota al observar los raudales de color que aplica en su quehacer.